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Perspectiva de Latban
«Tengo que regresar con mi Santa ahora. Y es imposible para mà llevar a la señorita Iris en ese duro viaje».
«Pero…»
«No olvidaré la gracia que me ayudó».
«…….»
Iris no pudo decir mĂĄs ante la voz firme de Latban.
Hablaron durante un rato y decidieron quiĂ©n se quedarĂa a proteger a Iris. Se decidiĂł que el mĂĄs pequeño y el mĂĄs joven de los Caballeros permanecerĂa junto a Iris fingiendo ser su hermano. Cuando tomĂł la iniciativa de ponerse la ropa de campesino mientras escondĂa una larga espada entre su equipaje, Iris dudĂł y se acercĂł a Latban y le dijo:.
«Si encuentras a la Santa… DĂ©jame conocerla. Le devolverĂ© todo mi Poder. No quiero ser como un Santa…»
«Por supuesto».
Iris recibiĂł varios compromisos de Latban, y luego a duras penas se dio la vuelta para seguir al joven Caballero. No fue sĂłlo un joven Caballero quien la enviĂł. Cada uno de los otros dos caballeros iba a entrar a la aldea por separado y protegerĂa de cerca a Iris y a los jĂłvenes Caballeros.
Latban se puso de pie a lo lejos y se dio la vuelta al verlos entrar en la aldea. TodavĂa habĂa otros Caballeros en la montaña. Ahora tenĂa que unirse a ellos de nuevo y moverse para encontrar a Lina.
âMe guste o no, primero debo ir a ver al PrĂncipe LeĂłnâ.
Mientras pensaba asĂ, Latban intentĂł subir de nuevo a la montaña, y vio a lo lejos el polvo blanco de la tierra. Pronto, el rostro de Latban se endureciĂł ante la apariciĂłn de las personas reveladas en la colina.
Eran los Caballeros del Templo. Por su pulcra apariencia, podĂa ver a quiĂ©n servĂan ahora. Efectivamente, vio a Carl montando un caballo en primera lĂnea.
«Crack».
No estaban sĂłlo de paso. Estaban mirando exactamente a Latban.
âÂżQuĂ© deberĂa hacer?â
En el momento en que Latban estaba angustiado, sacĂł su espada.
(Gritos)
El sonido de un desgarramiento del espacio debido a la magia vino desde el cielo en la aldea donde entrĂł Iris.
Cuando giró la cabeza y miró a la aldea, la parte del cielo sobre la aldea se arrugaba como si el papel se arrugara. La bestia mågica esencialmente es la existencia de otro mundo que llega a través de las grietas creadas por las colisiones entre los mundos.
Incluso ahora, como para demostrar ese hecho, algo parecido a una pata de araña se retorcĂa con sus alas a travĂ©s de las grietas causadas por la distorsiĂłn del espacio y se acercaba a este mundo.
Latban, que se habĂa enfrentado a muchas bestias mĂĄgicas, pudo notarlo inmediatamente. El tamaño era intermedio. Un nĂșmero tres.
Pronto la bestia habĂa escapado completamente de las grietas y agitĂł sus asquerosas alas como si se estuviera adaptando al aire del nuevo mundo.
Latban mirĂł a los Caballeros del Templo. Ahora que habĂa aparecido una bestia mĂĄgica, ellos correrĂan inmediatamente hacia ella. Sin embargo, la expresiĂłn de Latban se endureciĂł al ver que los Caballeros del Templo, seguĂan con su mirada fija en Ă©l y no se movĂan. Como si no fuera de su incumbencia que la aldea fuera atacada por una bestia mĂĄgica.
Latban sintiĂł conmociĂłn y rabia.
Ăl era consciente de que para el Gran Templo era un criminal que debĂa ser atrapado, en el que tenĂan los ojos fijos. Pero eso no significaba que pudieran ignorar su obligaciĂłn mĂĄs bĂĄsica de ayudar a la gente con el Poder Sagrado.
Latban dejĂł de intentar correr hacia la aldea apartĂĄndose de los Caballeros del Templo.
âÂżQuĂ© sucederĂa si iba a la aldea ahora?â Naturalmente, los Caballeros del Templo lo perseguirĂan, y entonces Iris, que entrĂł en la aldea, y los compañeros caballeros que la protegĂan, probablemente serĂan descubiertos.
âÂżY si no iba?â
Con ese nivel de bestia mĂĄgica, era posible que sus compañeros Caballeros que permanecĂan en la aldea se retiraran aunque no pudieran matarlos completamente. AdemĂĄs, los Caballeros del Templo, que lo estĂĄn persiguiendo, definitivamente lo seguirĂan, por lo que podrĂa distanciarse de Iris y de los otros Caballeros. AsĂ que tenĂa que huir a la montaña. Pero…
Las piernas de Latban no se movĂan con facilidad a pesar de que su cabeza decĂa que tenĂa que ir a la montaña.
DespuĂ©s de haber hecho un voto a Dios y haber caminado por el camino de un Caballero del Templo, nunca habĂa dejado atrĂĄs los gritos de la gente y siempre estaba al frente de la batalla contra una bestia mĂĄgica.
Fue entonces cuando:
(Gritos)
Se oyĂł un grito mucho mĂĄs fuerte y agudo que antes. El grito, que parecĂa desgarrar el aire, contenĂa una fuerte fuerza que helaba con sĂłlo escucharlo. Como si las nubes se agitaran, una enorme forma apareciĂł entre las nubes con un fuerte viento.
«… ÂżHexa?»
Al ver la repentina apariciĂłn de la bestia mĂĄgica, Latban dijo su nombre con cara de sorpresa. Su tamaño era muy diferente al que recordaba, y el nĂșmero de alas y patas habĂa aumentado. Esa bestia mĂĄgica habĂa experimentado el «crecimiento» del que se informaba muy ocasionalmente.
«Crack».
Latban, que agarrĂł su espada, puso fuerza en su mano. Hexa se sentĂł en el campanario del pueblo. El campanario, donde caĂan ladrillos y se levantaba polvo, acabĂł por derrumbarse sin poder soportar el peso de Hexa. Alrededor de Hexa aparecieron pequeñas bestias que volaron hacia el cielo, lanzando desagradables gritos, y pronto volaron hacia la aldea a gran velocidad. La gente gritaba desde lejos.
Latban se dio cuenta. A este ritmo, esa aldea estarĂa a punto de ser aniquilada. GirĂł la cabeza y mirĂł a los Caballeros del Templo que estaban con Carl. Desde la distancia, pudo ver como se aterrorizaban al ver a Hexa.
La expectativa de Latban de que pronto superarĂa la lĂnea de batalla y correrĂa hacia la aldea se rompiĂł brutalmente una vez mĂĄs. Carl, que se encontraba frente a Ă©l, gritĂł algo e inmediatamente comenzĂł a darse la vuelta. Los Caballeros del Templo que estaban a su lado tambiĂ©n dudaron un poco y lo siguieron.
«Suspiro…»
Latban gimiĂł con desesperaciĂłn. ÂżEsto significa que los Caballeros del Templo se alejaron de la bestia mĂĄgica? ÂżEstaban dejando a la gente en busca de ayuda? En ese momento, varias personas se detuvieron en el Cuerpo de Caballeros y se dieron la vuelta y corrieron hacia Latban. Mientras tanto, ÂżhabrĂa ordenado atraparlo? Pero los que se acercaron gritaron a Latban.
«¥Comandante!»
Los ojos de Latban se agrandaron. Hace mucho tiempo que no ocupaba el puesto de Comandante. Que lo siguieran llamando asĂ….
Latban pronto vio la cara del Caballero que apareciĂł. Era un caballero que creĂa en los Caballeros del Templo, que era Ăntegro o mĂĄs que eso, y que representaba todas las leyes del mundo. Latban no podĂa creer que corriera lejos de Carl y lo llamara Comandante. Carl era el Sumo Sacerdote y Ă©l no era mĂĄs que un Caballero corrupto.
El Caballero gritĂł como si hubiera leĂdo la mente de Latban:
«Soy parte de los Caballeros del Templo. Para mà es imposible hacer de la vista gorda y huir de la bestia mågica. Seguiré al Comandante».
Los caballeros que corrĂan juntos lanzaron un ĂĄspero grito de acuerdo con el grito. Latban se dio la vuelta.
PodĂa ver a un enorme Hexa. Ăl y los caballeros que estaban a su lado corrieron hacia Hexa sin dudarlo.
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