
☆.。.†:*・゜☆.。†.:*・゜☆.
«¡Apúrate y encuéntralos!»
Los sacerdotes abrieron bruscamente la puerta de la habitación de la Santa. En el pasillo, los sacerdotes que custodiaban el frente de la habitación los miraban fijamente.
«¡Necesitamos encontrar a una Santa falsa y al antiguo Comandante de los Caballeros del Templo, Latban! ¡Deprisa!»
«¡Hay rastros de que pasaron por aquí!»
Gritaron los primeros sacerdotes que entraron en la habitación al ver el cajón abierto en su interior.
«¡Debe haber tomado las cosas del Templo!»
Los sacerdotes registraron rápidamente la habitación. Sin embargo, no encontraron huellas de la Santa ni de Latban por ninguna parte. Una persona entró en la habitación cojeando cuando en sus caras se comenzaba a mostrar la frustración.
Era Carl.
Al entrar, los sacerdotes se inclinaron ante él. Su mirada hacia Carl estaba llena de asombro.
Un sacerdote al que la falsa Santa encerró en el calabozo por miedo a que la atraparan. Y que incluso en el calabozo, no olvidó las enseñanzas de Dios y cuidó de los prisioneros. Si él no hubiera dicho que estaba algo preocupado y que quería saber si Sidel había ido a Dios en paz, habrían tardado mucho más tiempo en encontrar el cuerpo de Sidel.
Después de que se descubrió el cuerpo de Sidel, Carl salió del calabozo sin que nadie dijera nada. Nadie le llamó pecador. Les pareció natural que saliera de allí.
Carl no era más que una coartada. Así que él también era una víctima.
Aunque durante un tiempo desconfiaron de Carl, la simpatía que sintieron al verlo cojear borró su sospecha.
☆.。.†:*・゜☆.。†.:*・゜☆.
Perspectiva de Carl
Al entrar en la habitación, chasqueé la lengua al ver a los Caballeros del Templo, que seguían dudando con una cara de incredulidad.
‘Tendré que sustituirlos por gente nueva cuanto antes’.
Estos eran los caballeros que habían estado con Latban durante mucho tiempo. Por mucho que haga uso de ellos, no abandonarían su fe en Latban fácilmente.
Pensé en cómo cambiar rápidamente los Caballeros del Templo sin inconvenientes. Y la respuesta surgió fácilmente.
‘¡El demonio que apareció en Trion!’
Según recuerdo Hexa es un demonio muy poderoso. Y para combatirlo haría falta el sacrificio de muchos caballeros. Era algo bueno para mí como para ellos. Yo podría manejar a los caballeros que creen en Latban, y los caballeros pueden ir al lado de Dios que tanto aman. Además, aunque llegaran a sobrevivir, su fe se vería sacudida por el Poder Sagrado de la nueva Santa.
Mirando a los sacerdotes que revisaban el lugar de la Santa, me acerqué a la ventana. A lo lejos, pude ver cómo los sacerdotes movían un cadáver cubierto con una tela blanca. Era el cuerpo de Alik.
Mirando a los sacerdotes que revisaban el lugar de la Santa, me acerqué a la ventana. A lo lejos, pude ver cómo los sacerdotes movían un cadáver cubierto con una tela blanca. Era el cuerpo de Alik.
Fue Alik quien corrió hasta el final del pabellón del Gran Templo con los sacerdotes que se encontraban buscando a la Santa y a Latban. Él sabía que era un truco, entonces empezó a gritar cuando se vio rodeado de los sacerdotes furiosos.
«Todos están siendo engañados por Carl. ¡El autor es…!»
Pude llegar antes de que Alik dijera la verdad.
«¡El autor también está tratando de estropear el Gran Templo confabulándose con la Santa falsa!»
Mis palabras fueron suficientes para que la ansiedad que había sacudido el Gran Templo y buscaba un espacio para explotar, encontrara un objetivo. Y yo les di el objetivo perfecto. Entonces, los sacerdotes se precipitaron hacia Alik. Mis voz para calmar el estado de ánimo de los sacerdotes se excitaran más. Por supuesto, yo sabía que iba a suceder, así que lo dije.
El trabajo se hizo fácilmente. Sólo después de que Alik cayera al suelo sangrando, la exaltación de los sacerdotes se calmó un poco. Mirando a Alik jadeando de forma desordenada, sabía que su muerte estaba a la vuelta de la esquina aunque no usara mis manos.
‘Idiota. Deberías haber huido’.
Por supuesto, aun así, no quise salvarlo.
Vi la cara blanca de Alik y su sudor fluyendo a borbotones. Seguramente usó mucho de su Poder Sagrado y me di cuenta dónde puso tanta energía sin necesidad de preguntar. Sidel estaba muerto con una herida mortal en el cuello, y junto a él se encontró un cuchillo ensangrentado. Y si bien no era un caballero, podía comprobar que no había herido a la Santa.
«¿Curó a Latban?»
Se me escapó una sonrisa de satisfacción. Aun así, Alik era un sacerdote común. Por lo que veneno nunca podría ser curado con su débil Poder Sagrado.
‘Además, estaba en tan mal estado que recibió ayuda de Alik’.
El veneno que se le aplicaba a la daga era el veneno de los demonios. E incluso si el afectado fuera un Sacerdote Superior, era imposible curarlo completamente. No podría ser tratado en el futuro. Ahora, todos los Templos recibirían la orden de búsqueda de la Santa y Latban. No podrían recibir ayuda de ningún Templo.
«¿Qué es lo que vas a hacer?»
Pensé brevemente en cómo se movería la Santa. Si ella considera lo que le pasó aquí, sólo querrá huir. Ahora, mientras esté viva, la persecución del Gran Templo continuará. Entonces, sería más seguro esconderse en una zona remota y escarpada, sin siquiera un Templo.
«Pero…»
Recordé a la nueva Santa, Iris.
«Podría intentar recuperar su Poder Sagrado».
No pude ocultar mi risa. La Santa, o Yvelina, no sería capaz de hacerlo. Me di la vuelta. Todos esperaban mis palabras. Los Sacerdotes Superiores que me seguían se acercaban con las túnicas de Sumo Sacerdote mientras atravesaban la multitud.
«El Sacerdote Carl es quien debería estar en esta posición».
Al ver las túnicas de Sumo Sacerdote que me acercaban amablemente, puse una expresión afligida. Y extendí mi mano como si no quisiera hacerlo pero no podía evitarlo. Pronto, la túnica de Sumo Sacerdote rodeó mis hombros.
Le hablé solemnemente a los sacerdotes que me miraban.
«Es importante perseguir a la falsa Santa, pero hay algo más importante para nosotros».
Continué con una breve señal.
«Tenemos que traer a la verdadera Santa al Gran Templo. No tenemos tiempo para esperar. Mientras tanto, no sabemos qué le hará la Santa falsa. Así que….»
Levanté mi mano y señalé a lo lejos.
«Debemos ir a Trion».
Mis palabras causaron vítores y aplausos por parte de los sacerdotes. Y al escuchar ese sonido, pensé:
‘Sí, tenemos que darnos prisa en ir a Trion. Evidentemente, una vez más, una joven que no sabe nada estaría temblando de miedo por su poder. Tenía que consolar a la chica con palabras amistosas y convertirme en la persona en la que más confiaría.
Esta era otra Santa enviada por Dios para mí. Tenía que conocerla primero antes de que Yvelina la visitara. Entonces, como la última vez, la paz llegaría al Gran Templo y al mundo. Y tal vez la nueva Santa no se dé cuenta como Yvelina sobre lo que está pasando hasta mucho tiempo después.
☆.。.†:*・゜☆.。†.:*・゜☆.
Perspectiva de Iris
«Suspiro…»
Cuando me llevé las manos congeladas a la cara y las soplé, se me escapó un aliento blanco.
Todavía falta mucho para el invierno, pero la temperatura ya estaba disminuyendo rápidamente en el extremo del continente, llamado Trion. La periferia de la periferia. Este lugar de terreno accidentado y montañas profundas tenía poca tierra para cultivar, pero no es un buen lugar para cazar.
Me froté mis manos heladas una y otra vez y las sumergí en un chorro de agua fría. La sangre manchada en la tela vieja no desaparecía fácilmente ni siquiera después de frotarla una y otra vez.
Aun así, no podía detener mis manos. Tenía que apresurarme a terminar de lavarla y llevarla a la hoguera para que se secara. No había tela para usar como venda.
Después de un buen rato, yo, que apretaba la tela con todas mis fuerzas, me senté un rato en una roca plana cercana y me di unos golpecitos en la espalda y las rodillas. Luego miré a mi alrededor y confirmé que no había nadie, y me sujeté las manos con fuerza.
El Poder Sagrado ardía en las yemas de mis dedos, como si me sintiera a gusto con sólo mirar el sonido de las llamas. Pero mi rostro al verlo se llenó de miedo. «¿Por qué…»
Fue un Poder repentino. Al principio, era tan fuerte como una pequeña llama. Sólo era útil para tratar las heridas de las personas de las montañas sin necesidad de un médico. Cuando trataba a algunas personas de esta manera, alguien dijo que yo era una Santa.
Algunos empezaron a arrodillarse y a rezarme, e incluso alguien me pidió ayuda para traer de vuelta a su propio hijo que ya había muerto. Con la aparición de la locura, corrí desesperadamente fuera del lugar, sintiendo miedo. Mis ojos se pusieron rojos, al recordar aquella época.
«Nunca he querido nada como esto…»
Lloré y miré el Poder que rodeaba mi mano.
«Tengo miedo…»
Mis lágrimas comenzaron a caer.
¿Por qué había adquirido este poder? ¿Qué debía hacer ahora?
Aprendí qué frutas de las montañas eran venenosas y cómo pescar en el valle, pero nadie me dijo que hacer cuando de repente tenía Poder Sagrado. Miré mi mano y me puse de rodillas. La voz del sacerdote, que me auto proclamaba como una nueva Santa, persistía en mis oídos. Tapé mis oídos y sacudí mi cabeza.
Cualquiera está bien. Por favor, que alguien me ayude.
Mi sollozo lleno de miedo se mezcló con el sonido del arroyo y desapareció.
☆.。.†:*・゜☆.。†.:*・゜☆.
Fue más fácil de lo que pensaba salir del Gran Templo. No había gente persiguiéndonos hasta que salimos al almacén cerca de la puerta principal a través de la oscuridad. Salí rápidamente de allí, preguntándome si era un alivio que la respuesta del Gran Templo fuera mas lenta de lo que pensaba.
Qué alivio que la túnica de sacerdote podía cubrir la cara. Sin embargo, lo único que podía cubrir era el rostro, así que Latban se destacaba igualmente entre las personas que salían. Él era el Comandante de los Caballeros, del que se decía que su habilidad con la espada, así como su físico, era ideal para ser caballero. Al final, Latban tuvo que salir por la puerta principal del Gran Templo como un pecador, evitando la mirada de los guardias con la cabeza gacha.
Yo también bajé la cabeza ante su apariencia.
‘Todo esto era por mi culpa’.
Latban me tomó de la mano. Este era el precio. Él que siempre había salido por esta puerta con los vítores y el respeto de la gente, ahora la atravesaba tapándose la cara e inclinando su cabeza. Ni siquiera me atrevo a pensar lo que había perdido ni cuánto perderá.
El día de hoy, su nombre sería borrado sin dejar rastro en los gloriosos registros del Gran Templo y sería cubierto con el más sucio estigma. El Caballero, que era más justo y noble que cualquier otro, ahora sería descrito con sarcasmo y suciedad.
Perdí fuerza en mi mano sin darme cuenta. Entonces Latban le dio más fuerza a la manos que estaba entrelazada con la mía. Como si no fuera a soltarme aunque yo lo intentara.
Tomados de la mano bajo nuestras túnicas de sacerdotes, salimos del Gran Templo.
Nuestra huida fue rápida. En cuanto salimos del Gran Templo, nos dirigimos a un lugar donde había carruajes y caballos y conseguimos dos caballos. También conseguimos ropa para cambiarnos y cosas para comer y beber.
Al principio, intenté montar en mi propio caballo, pero pronto descubrí que realmente no podía montar. Así que finalmente tuve que montar en el caballo de Latban. Compramos un caballo grande y fuerte a propósito, pero el caballo que nos llevaba a los dos se cansó más rápido de lo que esperaba. Corrimos y descansamos en repetidas ocasiones, avanzamos durante todo un día, y por la noche, tanto yo como los caballos estábamos agotados. Y el único que estaba bien era Latban.
Cuando estaba demasiado oscuro para seguir avanzando, vimos una pequeña ciudad. Luego, nos detuvimos frente a la posada más alejada de la ciudad.
«Ouch…»
Cuando Latban me agarró como si me abrazara y me dejó caer al suelo, todo mi cuerpo pareció gritar por el dolor. Todos los huesos del cuerpo se movieron y luego se volvieron a unir, y el dolor de la torsión y el estiramiento de los músculos se manifestó automáticamente.
«¿Estás bien?»
Intenté asentir en respuesta a la pregunta de Latban, pero en cuanto di un paso, volví a gemir.
«Por favor, espera un momento. Buscaré una habitación y volveré».
Al oír sus palabras, lo miré con preocupación.
«¿Estarás bien?»
«No te preocupes. No ignoro el trabajo del mundo exterior sólo por estar en el Templo. Durante mucho tiempo, he lidiado con misiones secretas, así que estoy acostumbrado a negociar así».
«No es por eso…»
Latban parecía haberse dado cuenta de lo que me preocupaba.
«Si el interior se vuelve ruidoso, huye como sea. Al caballo marrón de aquí todavía le queda algo de resistencia».
«…….»
No pude decir nada ante la apariencia de Latban que no dudó un poco. De acuerdo con lo que había esperado, él había estado pensando en una situación en la que podríamos ser atrapados en cualquier momento.
«Aunque es un lugar seguro, no hay que dejar prestar atención. Nos pondremos en marcha lo antes posible».
Latban me agarró la mano una vez, sin poder decir nada, y entró. En un camino tranquilo, me senté en un banco frente a la posada, sujetando las riendas de los caballos.
Atrás | Novelas | Menú | Siguiente |